Hay decisiones que marcan una boda desde el primer momento y una de ellas es, sin duda, la elección de los padrinos y madrinas. No se trata únicamente de cumplir con una tradición que viene de lejos, si no que es una forma de dar visibilidad a esas personas que han sido parte esencial del camino recorrido por la pareja hasta llegar al altar. Personas que han estado ahí, en los momentos buenos y en los difíciles, y que ahora tienen el privilegio de acompañaros en uno de los días más importantes de vuestras vidas.
Sabemos que antiguamente los padrinos tenían un papel muy claro que estaba ligado al componente religioso del enlace, pero a día de hoy, aunque muchas parejas siguen manteniendo esas costumbres, hay una libertad mucho mayor para reinterpretar el rol de padrino o madrina. De hecho, es habitual ver bodas en las que los padrinos son amigos íntimos, hermanos, abuelos o incluso varios miembros de la familia. Lo importante ya no es el parentesco, sino el vínculo emocional que tienen con vosotros.
¿A quién elegir como padrino o madrina en la boda?
El papel de los padrinos y madrinas va mucho más allá de estar presentes durante la ceremonia. Pensad que su figura representa la confianza, el cariño y el respaldo que todos los invitados tienen en vosotros como pareja y a menudo son quienes conocen la historia desde el principio, quienes han visto crecer la relación paso a paso y han estado ahí cuando se necesitaban consejos.
En muchos casos, los padrinos y madrinas son también figuras de referencia para vosotros, personas que simbolizan valores importantes como la familia, la amistad, la lealtad o la estabilidad.
¿Qué funciones pueden tener los padrinos y madrinas?
Aunque cada boda es única y las funciones de los padrinos pueden variar en base a lo que decidáis vosotros mismos, lo habitual es que participen en algunos de estos momentos:
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Acompañan a los novios en la entrada a la ceremonia, siendo los primeros en caminar hacia el altar.
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Pueden encargarse de portar las alianzas, las arras o el ramo.
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Firman como testigos del enlace en el acta matrimonial (en bodas civiles y religiosas).
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Pronuncian discursos o lecturas emotivas durante la ceremonia o el banquete.
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Dan apoyo emocional y ayudan a resolver imprevistos el día de la boda.
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Representan a la familia o círculo cercano en los momentos más importantes del evento.
No obstante, lo más bonito de todo es que cada pareja puede decidir hasta qué punto quiere que los padrinos participen, y de qué manera hacerlo más especial y personal.
Cómo elegir a tus padrinos (y no equivocarte)
No hay una fórmula perfecta para elegir a los padrinos, pero sí merece la pena tener en cuenta algunas cosas, como el hecho de que lo más importante es que se trate de personas con las que tengáis una conexión especial. Pueden ser vuestros padres, vuestros mejores amigos o incluso una pareja que haya sido un ejemplo para vosotros.
También es importante que os aseguréis de que esa persona se siente cómoda con el papel y lo acepta con ilusión ya que a veces, aunque haya mucho cariño, puede que alguien no se vea en ese rol por timidez o por circunstancias personales. En ese caso, lo mejor es hablarlo con naturalidad y buscar una alternativa que os haga sentir bien a todos. Lo que nunca deberíais hacer es elegir a alguien por compromiso o por presión familiar. Este día es vuestro y las personas que os acompañen en un rol tan especial deben reflejar eso: que os acompañan por amor, no por obligación.
Ideas para hacerlos sentir parte del gran día
Una de las formas más bonitas de agradecer a los padrinos su papel es hacerlos partícipes de forma activa en la boda. Algunas parejas optan por entregarles un detalle personalizado, una carta escrita a mano o incluso hacerles una mención especial durante el brindis.
También podéis organizar un momento íntimo antes de la ceremonia, donde compartáis unas palabras en privado. Este tipo de gestos hacen que el papel de los padrinos trascienda lo simbólico y se convierta en algo verdaderamente personal.
En Restaurante Montecristo hemos vivido cientos de bodas en las que los padrinos y madrinas han protagonizado momentos inolvidables: discursos, sorpresas organizadas con los novios y un montón de momentos especiales más.
Padrinos que emocionan sin ensayar
Hay algo muy especial en los gestos espontáneos de los padrinos. El abrazo antes de entrar a la ceremonia, la mirada emocionada cuando ven por primera vez a los novios, las lágrimas que se escapan cuando llega el «sí, quiero»… Ninguno de esos momentos se prepara. Y, sin embargo, son algunos de los más recordados.
Los padrinos y madrinas aportan calor humano, emoción sincera y un componente muy necesario en cualquier boda: el cariño real. Ese que se nota en cada gesto, en cada palabra, en cada instante compartido.
Por eso, si estáis preparando vuestra boda y aún no habéis decidido quiénes ocuparán ese papel, pensad en quién ha estado ahí, quién os hace sentir en casa, quién os entiende sin hablar. Porque más allá de cualquier protocolo, una boda es un acto de amor. Y los padrinos y madrinas están ahí para recordarlo.

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